Prevención
Aunque la prevalencia de este tipo de enfermedad es muy baja en adolescentes, crear el hábito del autocuidado y eliminar factores de riesgo como el sedentarismo, el sobre peso, la obesidad o el consumo de alcohol y drogas pueden marcar la diferencia para el futuro.
En los Centros de Salud Familiar dependientes de la Corporación Municipal de San Miguel es desarrollado el Programa Adolescente, una etapa de la vida definida para el trabajo clínico entre los 10 y los 19 años, alcanzando incluso los 24 si son considerados jóvenes adolescentes. Es aquí cuando se comienza a trazar el camino hacia la prevención del cáncer de mama.
La etapa adolescente resulta fundamental para aprender a prevenir, por eso “las acciones están englobadas dentro del Control de Salud Integral y los controles de regulación de fecundidad. En estos controles tienen acercamiento con gran parte del desarrollo corporal que la adolescencia implica. Son los momentos en que empiezan a conocer que hay cambios en sus organismos y que deben ser vigilados por ellos mismos”, explica la Matrona Asesora Técnica del Programa Adolescente del CESFAM Barros Luco, María Elisa Pizarro Vallejos.
“Cuando una adolescente acude y consulta por sospecha le hacemos el examen físico nosotros mismos y ahí se les va enseñando cual es la mejor forma de realizarse este examen: mirándose al espejo, levantar y bajar los brazos, palparse y, cuando nosotros encontramos en un examen físico alguna anormalidad hacemos la derivación al hospital para que se les haga una ecografía mamaria y se vea que es lo que tiene”, relata la Matrona del CESFAM Recreo, Francisca Figueroa Cendoya.
Según la Matrona del CESFAM Barros Luco, María Elisa Pizarro Vallejos “en los controles educamos a la población adolescente en la auto-palpación mamaria; un autoexamen mamario tiene, más que nada, la finalidad de que la persona conozca su anatomía y que si, en algún minuto, alguna anomalía se presenta, sea capaz de manera precoz de consultar. Está demostrado que el cáncer de mama, cuanto antes se pesquise, es un tratamiento mucho más exitoso, sin consecuencias mortales o deterioro de la calidad de vida de la persona”.
Ante la recomendación de los y las especialistas de prevenir este tipo de cáncer se conjugan dos realidades. Por un lado, la prevalencia de la enfermedad y, por lo mismo, el que las jóvenes lo vean como una probabilidad lejana. Es que la etapa de mayor prevalencia es entre los 50 y los 69 años, cuando ya no se está en edad reproductiva, un asunto fisiológico pues también hay una menor producción de hormonas. Claro que, el bajo temor al riesgo cambia cuando “es una adolescente que haya tenido un familiar cercano- mamás o abuelas- que han estado con esta experiencia, que se les haya diagnosticado cáncer, ellas se sienten más cercanas a la temática; incluso, la verbalizan ellas mismas”, relata la Matrona, Asesora Técnica del Programa Adolescente del CESFAM Recreo, Francisca Figueroa Cendoya.
El autoexamen mamario es un tiempo íntimo; un autocuidado siempre necesario.